Grasa en el jamón ibérico: el secreto del sabor y la calidad
Cuando hablamos de jamón ibérico, muchos piensan en su aroma, en su sabor único y en la textura inigualable que lo hace un producto gourmet. Pero detrás de esa experiencia sensorial hay un protagonista que a veces genera dudas: la grasa. ¿La grasa del jamón ibérico es buena o mala? ¿Aporta beneficios? En este artículo vamos a resolver estas preguntas, desmitificar ideas erróneas y descubrir por qué la grasa es uno de los mayores tesoros de este manjar.
¿Por qué el jamón ibérico tiene grasa?
El jamón ibérico proviene de una raza porcina única en el mundo, el cerdo ibérico. Estos animales tienen una característica genética fundamental: la capacidad de infiltrar grasa dentro de la carne. A esto se le conoce como vetado o marmoleo.
La infiltración de grasa no solo es natural, sino que también es el sello de identidad de este producto. Especialmente en los cerdos alimentados con bellota durante la montanera, la grasa se transforma en un elemento esencial para el sabor, la jugosidad y la textura.
En otras palabras, sin grasa, el jamón ibérico no tendría esa magia que lo convierte en un producto único.
Tipos de grasa en el jamón ibérico
No toda la grasa del jamón es igual. Existen diferentes tipos que cumplen funciones distintas:
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Grasa blanca del jamón: es la que se encuentra en la parte externa. Se distingue por su tonalidad marfil y su textura suave. Es una grasa de alta calidad y, en muchos casos, se derrite con facilidad al contacto con la boca.
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Grasa infiltrada: la que aparece entre las fibras musculares. Esta es la clave del sabor del jamón ibérico, ya que se funde durante el corte y aporta esa sensación melosa y aromática.
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Grasa amarillenta: aparece en jamones con más tiempo de curación o cuando la pieza no ha sido bien conservada. Aunque no suele ser dañina, se considera menos atractiva en textura y sabor.
¿La grasa del jamón ibérico es buena o mala?
Una de las preguntas más comunes es: ¿la grasa del jamón ibérico es buena o mala? La respuesta sorprende a muchos: es buena, siempre que se consuma con moderación.
La grasa del jamón ibérico, especialmente la de bellota, está compuesta en gran parte por ácido oleico, el mismo que predomina en el aceite de oliva virgen extra. Este ácido graso monoinsaturado ayuda a reducir el colesterol LDL (conocido como “malo”) y a aumentar el HDL (“bueno”).
Así, lejos de ser un enemigo, la grasa del jamón ibérico puede ser un aliado de nuestra salud cardiovascular.
Beneficios de la grasa del jamón ibérico
Los beneficios de la grasa del jamón ibérico van más allá del placer gastronómico:
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Salud cardiovascular: gracias a su alto contenido en ácido oleico.
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Fuente de energía: aporta calorías saludables que el cuerpo utiliza de manera eficiente.
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Riqueza en vitaminas: contiene vitaminas del grupo B y antioxidantes naturales.
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Textura y sabor únicos: sin la grasa infiltrada, el jamón perdería gran parte de su identidad culinaria.
En resumen, consumir jamón ibérico con su justa proporción de grasa no solo no es perjudicial, sino que puede aportar beneficios reales a nuestra dieta.
Cómo reconocer una grasa de calidad en el jamón ibérico
Distinguir una buena grasa es sencillo si se sabe en qué fijarse:
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Color: la grasa blanca del jamón debe ser brillante y tener un aspecto limpio.
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Textura: debe fundirse fácilmente al tacto y no resultar dura ni correosa.
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Aroma: una grasa de calidad desprende un olor agradable, nunca rancio.
Estas pistas son esenciales para asegurarnos de que estamos disfrutando de un jamón ibérico saludable y de máxima calidad.
Cómo disfrutar de la grasa del jamón ibérico
La clave está en el equilibrio. Aunque algunos prefieren retirar la grasa, lo recomendable es degustar cada loncha con su proporción adecuada. La combinación de carne magra y grasa infiltrada potencia los matices del sabor.
Un buen corte, realizado por un cortador profesional, garantiza que cada bocado tenga la mezcla perfecta. De hecho, en Lonchemur cuidamos al máximo este detalle, porque sabemos que la experiencia gastronómica depende en gran medida de cómo se combine la grasa y la carne.
Mitos sobre la grasa del jamón ibérico
A lo largo del tiempo, se han creado mitos en torno a la grasa del jamón:
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“Engorda demasiado”: en realidad, su composición es más saludable de lo que se cree.
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“Es mejor quitar toda la grasa”: hacerlo supone perder parte de la esencia del jamón.
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“La grasa siempre es mala”: como hemos visto, la del jamón ibérico es comparable a la del aceite de oliva.
Romper con estos prejuicios es fundamental para disfrutar plenamente de este tesoro gastronómico.
El equilibrio perfecto: jamón ibérico loncheado con su grasa justa
El secreto está en la proporción. Un buen corte de jamón ibérico loncheado debe incluir la cantidad justa de grasa infiltrada. Ni en exceso, ni ausente.
En Lonchemur apostamos por ofrecer cortes equilibrados, donde cada loncha es una experiencia completa. Así, quienes prueban nuestro servicio pueden disfrutar del auténtico sabor del jamón ibérico en todo su esplendor.
En Lonchemur ofrecemos la combinación perfecta entre grasa y magra
La grasa en el jamón ibérico no es un defecto, sino un valor añadido. Le da sabor, jugosidad y propiedades saludables que lo convierten en un producto único en el mundo. Entender por qué el jamón ibérico tiene grasa, reconocer la grasa blanca del jamón como un sello de calidad y aceptar que la grasa del jamón ibérico es buena o mala dependiendo de cómo la consumamos, nos ayuda a disfrutarlo sin prejuicios.
Así, cada loncha de jamón ibérico, con su proporción justa de grasa, se convierte en una auténtica joya gastronómica.

